domingo, 18 de noviembre de 2018

‘El día que llegó la ópera a Rosas’. Margarita Londoño. Enrique Uribe White, protagonista de la novela. NTC ... Registros

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‘El día que llegó la ópera a Rosas’ 


Margarita Londoño

208 páginas
Enlace Editorial, Bogotá


PRESENTACIÓN
Jueves, 22 de noviembre, 2018

Fuente: Twitter de la autora
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“Cuando la ópera llegó a Rosas”

   Por: Aura Lucía Mera

El País, Cali,  Octubre 29, 2018 - 11:40 p.m. .com. Impreso: Oct. 30

Pocos libros me arrastran en un torbellino visual y me hacen sentir que soy parte de esa aventura, que los personajes los conozco, sus facciones, el olor a gitano mal sentado o a perfume fino, el hablar alambicado del lagarto payanés, o la voz autoritaria de Uribe White responsable de la construcción de la carretera Popayán-Pasto.
El pueblo de Rosas donde confluyen los contrabandistas, los peones, las mulas cargadas de dinamita, las putas, el cura y su sacristán, el cantinero y su hija que alivia los clientes con sus favores; el maestro Valencia y sus poemas; el terror al Valle del Patía y la malaria, los insondables abismos plagados de víboras y niebla. En fin, ¡no cuento más!

Me lo envió Margarita Londoño Vélez. Su segunda novela. La primera fue ‘Qué ganas de matarlo’, y aunque su especialidad son los libros para niños que se venden como pan caliente, esta vez se arriesgó, investigó y logró esta narración de la realidad y picaresca colombiana, aquella que ya nadie recuerda pero que refleja ese país donde se abrían carreteras a pico y pala y mula. Además unir Popayán con Pasto era urgente por las guerras continuas con el Perú. Ya todo es historia. Pero volverla presente en esa pluma divertida y cáustica de Margarita se convierte en una delicia.

No adelanto más. La pueden conseguir en La Nacional. Lo que sí adelanto es que llamé a Carlos Palau, cineasta que sabrá captar esta historia a ver si algún día la vemos en la Pantalla Grande. ¡Ojalá!

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‘El día que llegó la ópera a Rosas’. 


Margarita Londoño.

Los detalles detrás del nuevo libro de Margarita Londoño: 'El día que llegó la Ópera a Rosas'. Entrevista

EL PAÍS, Cali, Nov 16 .com, 2018, ompreso: Nov 18  

Por:  Aura Lucia Mera y Beatriz López - Especial para El País


Las entrevistadoras con Margarita Londoño (centro), cuya incursión en la política fue original, rompiendo esquemas y saltándose protocolos.

FRAGMENTOS DE LA ENTREVISTA: 


Nunca se imaginó, cuando era estudiante, que odiando la gramática y la ortografía su pasión sería escribir. Y ahora presenta ‘El día que llegó la ópera a Rosas’.

Tal vez desde pequeña se dejaba llevar por aquel poema de Rubén Darío: “Margarita, está linda la mar y, el viento lleva esencia sutil de azahar. Margarita, te voy a contar un cuento”. Las fábulas de Esopo, La Fontaine y Pombo, fueron su punto de partida para empezar a escribir cuentos para niños.

Margarita Londoño, nacida en Popayán y con fuerte arraigo caleño,
exsenadora de la República, exdirectora de Occidente, periodista, académica y escritora, es multifacética, incansable, controvertida, transgresora, investigadora, compleja, sensible, frentera, divertida.

Cuando fue candidata a la Alcaldía de Cali en 1998, una lluvia de margaritas que caerían sobre ella desde un avión en la Plaza de la Banderas, se frustró cuando el viento lanzó por la ventanilla una de las bolsas negras que contenían las flores y “aterrizó” como un fardo pesado entre la multitud, abortando la lluvia de pétalos.

Se aburrió en el Senado, donde estuvo por espacio de año y medio. Allí conoció de primera mano las intrigas, las mentiras y las componendas burocráticas. No aguantó y renunció. Es una etapa que quisiera borrar de su memoria.

Nísperos, guayabos, totumos, chiminangos, guásimos, jazmines, sus perros preferidos, un gato negro, libros, música, trementina, óleos y pinceles la acompañan.

Enfrenta ahora una enfermedad seria y acepta el reto mirándola de frente, a sabiendas de que el pronóstico no es halagador. Una silla de ruedas autónoma de última tecnología la ayuda en algunos quehaceres, pero ella continúa sus actividades, imparable, creativa, repleta de entusiasmo y proyectos.
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‘Cuando la ópera llego a Rosas’ nos traslada a mediados del Siglo XX, durante la construcción de la carretera Popayán-Pasto. ¿Cómo fue la investigación?

Eso se lo debo a Álvaro Thomas. Su padre, Julio Thomas, trabajó bajo las órdenes de Enrique Uribe White, protagonista de la novela, y quien además fue el ingeniero real que lideró la construcción de la carretera Popayán-Pasto. Una noche de copas con Álvaro, me contó la historia de esa vía por el lado del realismo mágico. Hay cosas que escribí casi textuales de lo que él me contó. Fue un proceso de mucha investigación. 


Calculo que cinco años me dediqué seriamente a trabajar en el libro. Fui a Bogotá al Archivo Histórico, también hablé con Kalmanovich y otros historiadores, busque la Revista PAN de los años 70 y 80, cuyos originales están en la Hemeroteca Nacional. En esa revista escribían De Greiff, Guillermo León Valencia y el mismo Uribe White.


En la cantina de Rosas ocurre casi todo el engranaje de la historia. Es en medio de excesos etílicos, donde se palpa la realidad de la Colombia...

Es que este país no aprende. Ya no se habla del contrabando de anís, porque hoy se trafica con coca. El Estado tenía el monopolio del anís y el de ahora es el alcohol etílico. Pero el Estado no prohíbe el aguardiente sino el ingrediente con que se hace el alcohol aromatizado.

¿El amor fallido del contrabandista indígena con la joven payanesa, es el reflejo de una sociedad excluyente y racista?


Popayán se quedó anclada en un pasado de nombres y no en generar riquezas, dar oportunidades en lugar de exclusión.

¿Cuál fue la anécdota que más le llamo la atención?


La más linda de todas fue la de Enrique Uribe White, que vivió como un ermitaño en una cueva. Como no le creí, me llevó hasta el sitio que está en el río Patía. Subiendo un poco la cuesta hay una peñita donde está la gruta, donde él vivió por un tiempo, quizá -pensé yo- por la decepción con sus ingenieros y trabajadores.

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NOTAS DE NTC ... 




Este registro de publica también en el NTC ... blog sobre Rafael Uribe Uribehttp://rafael-uribe-uribe-tw.blogspot.com/2018_11_18_archive.html , considerando que en las páginas 53 y 54 del libro se lo menciona  se lee:
“Esta obra monumental le fue encargada al joven ingeniero Enrique Uribe-White, sobrino del glorioso general liberal Rafael Uribe Uribe, quien peleó en otra guerra, la de los Mil Días, tan inútil e insensata como la que se estaba iniciando con el Perú.
Había sido signatario del tratado de rendición que puso fin a esa guerra fratricida y permitió treinta años de hegemonía conservadora en manos del partido triunfador, Uribe Uribe se convirtió en bastión de la resistencia partidista hasta que fue asesinado a hachazos frente al Capitolio Nacional en 1914. Desde entonces su imagen se entronizó como la del gran mártir de la democracia y su estirpe afianzó la costumbre de convertir los apellidos en salvoconducto para el éxito político o la bienaventuranza en los negocios. 
Así sucedió con el sobrino, aunque este nunca se interesó por las armas, la política o los negocios. Era un hombre culto, lector virtuoso que mantenía por respeto a la memoria de su ilustre pariente, buenas relaciones con la dirigencia política e intelectual de Popayán y Bogotá; pero sin darle importancia al color partidista de sus amistades, algo que no era bien visto entre los seguidores liberales de su tío inmolado.
Sin embargo, para la construcción de la carretera se requerían, además de contactos políticos y buenos apellidos, conocimientos técnicos y liderazgo. No era fácil dirigir casi cinco mil hombres, manejar grandes cantidades de dinamita, recuas incontables de mulas y aplicar los últimos avances de la ingeniería con instrumentos de medición topográfica y, sobre todo, enfrentar las supercherías de una región temerosa de sus leyendas.
….”

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LITERATURA COLOMBIANA


Entre el arte y la idea de progreso
Manuela Cano Pulido

Cultura, EL ESPECTADOR . com , 26 Nov 2018 - 9:00 PM. Impreso Nov. 27

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La escritora colombiana Margarita Londoño, autora de “El día que llegó la ópera a Rosas”. /Archivo

Margarita Londoño, autora de “Esas ganas locas de matarlo” y “Los goles de Juancho”, presenta su nueva novela: “El día que llegó la ópera a Rosas”.
Entre los terrenos más desafiantes de una geografía que parecía impenetrable, unos ingenieros, de otro tiempo, se embarcaban en la difícil tarea de construir la carretera más imponente que alguna vez hubiera existido en el territorio colombiano. Era una carretera que, si se consolidaba, permitiría conectar los lugares más remotos y apartados, más inhóspitos y desconocidos, con el centro del país, el lugar donde todo ocurría. Dicha carretera se volvía sinónimo de avance y de progreso.
Permitiría abrir nuevas alternativas de comercio, facilitaría el transporte de los ciudadanos, en fin, daría algo de esperanza a aquel país que comenzaba a consolidarse. Así, aquel camino pavimentado permitiría que la Colombia de los mediados del siglo XX pudiera comenzar a ser conocida como una nación capaz y desarrollada. Como un país que había podido dejar de lado épocas dependientes frente a las naciones extranjeras, para poder ser, al fin, una nación realmente independiente.

Era una carretera que daría prestigio a sus realizadores, que sería el orgullo de los gobernantes y de los ciudadanos, y que, además, daría nombre a pueblos nunca antes mencionados, olvidados y recónditos.
Ese era el caso de Rosas, un pueblo que aparentaba un total abandono, una desidia irreparable y un aburrimiento continuo. Un pueblo del que nadie hablaba, al que nadie le importaba, al que solo llegaban los más audaces viajeros. Era un pueblo alejado y escondido. Lo conformaban unas cuantas “casuchas”, abandonadas y sin vida, de las cuales la única que sobresalía, evidentemente, era la casa cural.
El polvo y el alcohol eran los únicos elementos que se podían encontrar sin falta, lo otro dependía del territorio central, que no les ponía cuidado. Así, descolorido, se ubicaba en la periferia, como quizá muchos otros pueblos que se encontraban rezagados a lo largo del territorio colombiano.
Y aunque era un pueblo alejado de cualquier tipo de civilización, un pueblo anónimo, de paso, casi fantasmal, se convertiría en un lugar fantástico donde transcurriría la historia de la novela más reciente de Margarita Londoño, El día que llegó la ópera a Rosas, una novela corta, contundente, que a lo largo de la narración llevaría a que ese pueblo, antes anónimo, adquiriera un nombre propio, un nombre que se construiría con la confluencia de los más diversos y dispares personajes; generando, así, una trama compleja, histórica, artística y emocionante.
Sería la historia de un ingeniero mesurado y respetado, aun siendo un enamorado de la poesía y la astronomía; de un vándalo, sin tapujos, y que, sin embargo, le temería a las alturas y se convertiría en el mayor de los enamoradizos; sería también, la historia de una mujer indígena, impenetrable y dura, pero que no se podría resistir a los encantos del amor de un hombre muy diferente a ella; o de una joven distinguida y elegante, pero que acabaría en los brazos de un criminal.
Sería, entonces, una historia que se construiría con los personajes más paradójicos; formando así una novela apasionante, donde los personajes se vuelven tan contradictorios como los espacios que transitan.
Entre contradicciones, Margarita Londoño, autora de obras como Esas ganas locas de matarlo y Los goles de Juancho, entre muchas otras novelas infantiles y para adultos, crea una historia compleja y divertida en la que logra transportar al lector a esa época confusa e incierta que transcurría en los años 30 de la historia colombiana.
Y para esos mediados del siglo XX, logra plasmar esa disparatada idea del “progreso” que se tenía en ese entonces. Esa idea a la que las élites del país soñaban con llegar, pero que nadie sabía muy bien cómo alcanzar. Así es que, con cierta improvisación, mediante ideales absurdos e importados, ajenos al contexto del país, de planes que distaban de las capacidades de personas que habitaban el territorio nacional, se comienza a formar la nación de aquel país que hasta ese entonces se despertaba.
Es en este panorama enredado en el que se sitúan los sucesos de esta novela, pues se relata lo que pudo haber sido del territorio caucano en esos tiempos en donde se perseguían el “progreso”, los “avances” sin saber muy bien a qué se referían estas palabras realmente.
Es por esto que hechos que parecerían ser una completa locura, como la obligación de parar la construcción de la carretera más importante del país por la borrachera de algunos de sus encargados, o la posibilidad de los vándalos de transportar una bebida anisada sin el control de las autoridades, o la más alocada de todas, las ansias de abrir una ópera en un lugar donde ni siquiera había escuelas, gente letrada o conocedores de alguna expresión musical más allá de los cánticos de la iglesia, eran pan de cada día.
Esta última traza la trama de la novela, en donde uno de los personajes, Lucio Cárdenas, mano derecha del ingeniero jefe de la obra, Enrique Uribe White * ,  está doblemente obsesionado. Por un lado, por traer la máxima expresión del arte, de la lírica, de la cultura, a ese lugar sin nombre, y por el otro, por sacar su propio nombre del anonimato. Así, en esa búsqueda de renombrar aquello que no es nombrado, los deseos de Lucio Cárdenas se verán truncados por las fiebres propias de esos lugares inhóspitos, por las emboscadas de los vándalos de la zona y también por el amor y la codicia.
De manera que este relato, que nació de unas historias fantásticas que llegaron algún día a los oídos de la autora y que, posteriormente se construirían desde una investigación histórica exhaustiva, genera una mezcla fascinante de realidad y ficción, de expectativas y realidades, de verdades y fantasías. Es un relato que sitúa al lector en un contexto histórico real y verosímil, en esa Colombia expectante frente a la guerra contra el Perú, y a la vez lo lleva a transitar por acontecimientos fantásticos e increíbles. Así, la literatura, en forma de novela, sería la única expresión capaz de permitir que Margarita Londoño entrelazara acontecimientos tan contradictorios y paradójicos, para así construir un solo relato que narraría ese día en el que la ópera llegaba a Rosas.
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NOVIEMBRE 30, 2018



“Santa Eulalia. Memorias de una casa abierta.

Biografía de Enrique Uribe White”

 Efraim Otero Ruiz 

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Ediciones Fondo Cultural Cafetero. Noviembre 1999. 96 páginas.

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CAPÍTULO. Páginas 21 a 25

La carretera Popayán - Pasto. 
Su permanencia en Popayán y en el Patía

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Diciembre 2, 2018


Álbum (36 fotos) , Librería Nacional, Oeste, Cali.


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