miércoles, 9 de julio de 2008

Enrique Uribe White y Efraim Otero Ruiz, AMIGOS. “Santa Eulalia. Memorias de una casa abierta.”

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Enrique Uribe White y Efraim Otero Ruiz,
AMIGOS ...

Enrique Uribe White (1898 - 1983) y Efraim Otero Ruiz (1932)
ENRIQUE URIBE WHITE y EFRAIM OTERO RUIZ, AMIGOS.
Origen y trascendencia de su amistad.
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CAPITULO 6.
Su enfermedad y el origen de su amistad con el autor.Su recuperación y la afición por la arquería. Los arcos de Cupido. Los hijos y los viajes.

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Tomado del libro: “Santa Eulalia. Memorias de una casa abierta. Biografía de Enrique Uribe White”. Efraim Otero Ruiz. Ediciones Fondo Cultural Cafetero. Noviembre 1999. 96 páginas. Pags. 51 a 54.
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(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí) . Otras imágenes relacionadas ver: http://picasaweb.google.com/ntcgra/TERTULIAWHITETW2010#

Esa sensación de omnisapiencia parece que lo acompañó toda su vida e hizo que muchas personas - que no conocieron bien su aspecto de hombre cordial y sencillo como el que más - se alejaran de su amistad o terminaran detestándolo, como pasó, ya al final de su vida, cuando decidió lanzar "al báratro" a la mayoría de poetas colombianos, viejos y jóvenes. Incluso en temas médicos se jactaba de saber siempre la respuesta o, al menos, de tener la referencia exacta sobre determinado tema. Justo en torno de los temas médicos se inició nuestra amistad. Resulta que Enrique, a comienzos de los años sesentas, comenzó a adelgazar de manera progresiva y, a pesar de su buena nutrición y ejercicios físicos diarios, llegó a emaciarse hasta perder un total de 24 kilos. Visto por varios colegas en Bogotá (entre otros por mi gran amigo prematuramente fallecido, Hernán Mendoza Hoyos, discípulo de Hans Selye, que - como Enrique mismo lo narra en sus Amigos Desaparecidos - "conmigo se equivocó de buena fé") no pudieron llegar a un diagnóstico y acogieron la impresión de Hernán de que se trataba de un carcinoma del páncreas.

A comienzos de 1963, recién regresado yo de los Estados Unidos, me llamó su sobrino, el brillante cardiólogo Gustavo Restrepo Uribe (también hacía poco regresado de Francia) a decirme que él quería que yo lo examinara y diera mi opinión, ya que lo tenían en vísperas de embarcarse para Baltimore a que lo viera Bockus, el famoso gastroenterólogo de esa época. Y me dijo: "Te advierto que Enrique es un poco excéntrico, que está ya convencido de su diagnóstico y que te va a llevar toda clase de libros y de artículos bibliográficos para contradecir tu opinión!". Acertó Gustavo, como después lo confirmé yo, al sospechar un hipertiroidismo, enfermedad benigna y curable. Acepté verlo en seguida pues, además de mi amistad con Gustavo - que provenía de los años del Colegio de San Bartolomé - sentía una curiosidad enorme por conocer personalmente a Enrique, a quien ya conocía por sus libros y sus actividades literarias.
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En efecto, como Gustavo lo había dicho, llegó a mi consulta cargado de libros y referencias bibliográficas, tratando de contradecir todo lo que yo afirmaba. Yo me puse firme y le repliqué: "Con todo respeto, Dr. Uribe, usted sabe cuánto lo admiro y lo aprecio por su trayectoria y sus conocimientos. Pero esto es un trato que los dos vamos a cumplir y es el de que, una vez Ud. traspase la puerta de mi consultorio, se va a hacer lo que yo diga; si no es así, no me hago cargo de su caso". A regañadientes aceptó, pero creo que se interesó más cuando le dije que lo iba a estudiar con radioisótopos y medicina nuclear, que era una técnica nueva en el país en esos años. Efectivamente, una gammagrafía con yodo radioactiva (hecha con el primer aparato que se trajo al país, al Instituto de Cancerología) me mostró lo que yo sospechaba, que era un pequeño tumor benigno (adenoma) hiperfuncionante de la glándula tiroides, parcialmente oculto en el tórax, que estaba causando el hipertiroidismo. Un corto tratamiento y Enrique recuperó su salud y los 24 kilos perdidos, para regocijo de sus amigos y de todo el mundo. En esos meses, en que iba yo una o dos veces por semana a chequearlo a Santa Eulalia, quedó sellada nuestra amistad por los siguientes 20 años. (Ver foto a la izq., tomada del libro)


En su convalescencia, para ver si ya no le temblaba tanto la mano (síntoma este común del hipertiroidismo) me autografió uno de sus libros, dedicado así, "con hipertiroidismo". (--> ver imagen a la der. tomada del libro.)







Al recuperar la salud, recuperó también la afición por un deporte que había iniciado años antes: la arquería, (<-- a="" del="" foto="" izquierda="" la="" libro="" span="" tomada=""> y me enseñó los rudimentos de la misma. Para ello había acondicionado en el lote de atrás, más al fondo del famoso círculo y sus letreros de "No-parking" un blanco circular, dibujado por él mismo, y en medio de una gran armazón de madera, hecha en su carpintería, cubierta de colchones viejos, a su vez re cubierto s de tela encerada. El propósito de los colchones era absorber los impactos de las flechas, todas ellas importadas y compradas en el fino almacén de artículos deportivos de la calle 17, para que así se clavaran y no se rompieran y se mantuviesen intactas sus bellas plumas de colores. Parece que la afición venía desde la casa-finca de la Calle 63, donde una vez llevó al propio maestro Sanín Cano, muy anciano pero muy vigoroso quien, según relataba después su cuñado (1), al escaparse su flecha por encima del blanco exclamó: "Definitivamente lo hago mejor con la pluma". Porque ese era otro ritual obligatorio: después de intentar dar en el blanco, ir al potrero a buscar y recuperar las flechas escapadas, que a veces se ocultaban entre los cespedones y no podían perderse. Y oír las risotadas y los comentarios irónicos de Enrique que, por supuesto, siempre era el campeón y el mejor. Para después uno llegar a casa, por la noche, a aplicarse linimento en el antebrazo, donde habían pegado las cuerdas de los enormes arcos a pesar del grueso protector de cuero que había que usar de rigor.
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Ya a finales de 1963, cuando iniciaba mi breve noviazgo con Gloria, quien iría a ser mi esposa de toda la vida, (en la foto a la derecha --> , Cali, Marzo 20, 2010) le propuse a Enrique que si podría llevar a mi novia a tratar de aprender algo de arquería. Tanto él como Necha la acogieron espléndidamente, con el mismo afecto que a mí me profesaban, y mantuvimos todos una amistad que sólo la muerte de ellos pudo interrumpir. Nosotros muy solícitos, en las tardes de arquería, nos ofrecíamos para ir a recoger las flechas y el pretexto era para poder besamos detrás del armatoste de madera, lejos de las miradas de los dueños de casa, que con frecuencia protestaban socarronamente por la demora que habíamos tenido en encontrar los famosos proyectiles! Como viajábamos a Atenas y al medio Oriente en una larga luna de miel de 6 meses (yo iba a presentar unos trabajos científicos en Atenas ya pasar una temporada haciendo un seminario de investigación en el Instituto Weizmann) ellos se preocuparon como los que más por dotamos de libros de viajes y toda clase de información sobre Grecia, Israel y Egipto. Gracias a la amistad con Salvador Rozenthal, en ese entonces cónsul de Israel en Bogotá, obtuvimos la visa de este país en un papel separado del pasaporte y con mil trucos. Auspiciados también por Salvador, quien era amigo de Raquel Tov, una mujer importantísima en el gobierno israelí de ese entonces, y del cónsul español en Jerusalén, que había logrado mantener oficinas consulares tanto en el lado árabe como en el lado judío de la ciudad, pudimos atravesar con mil aventuras y mil riesgos la "tierra de nadie" (como se llamaba entonces la zona fronteriza, más allá de la puerta de Mandelbaum) y entrar a Jordania, donde quedaban entonces ubicados los santos lugares. De Amman tomar un avión jordano a El Cairo y de ahí un tren a lo largo del Nilo, hasta el Valle de los Reyes, para luego regresar a Atenas y reiniciar nuestra inolvidable aventura por Europa.


Al regresar a la patria llegaron de seguido a alegrar el hogar nuestros cuatro hijos varones. Gloria lo atribuía a un vestido de fiesta que le había prestado para el viaje Ruthy de Rozenthal, quien también tuvo sólo hijos varones; y yo al exceso de bendiciones que nos habían echado en Israel, donde le desean a uno que tenga hijos hombres para que lo acompañen al Paraíso. Enrique fue el padrino de bautizo del mayor, Jorge Enrique, (llamado así en parte por el padrinazgo y en parte por el nombre de mi padre, Efraim-Emique) (ver fotografía a la izquierda, tomada del libro) y por consiguiente, más que a ningún otro hijo de los visitantes e incluso más que a cualquiera de mis hijos, le toleraban sus travesuras en Santa Eulalia. Por supuesto, también tuvimos la felicidad de que Enrique y Necha nos acompañaran cuando llegó de quinta nuestra única mujer, María del Pilar, a quien también ellos quisieron y casi que adoptaron como propia.
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.“Santa Eulalia. Memorias de una casa abierta. Biografía de Enrique Uribe White”. Efraim Otero Ruiz. Ediciones Fondo Cultural Cafetero. Noviembre 1999. 96 páginas. Pags. 51 a 54.

EFRAIM OTERO-RUIZ - "Curriculum vitae" resumido-2007 (Recibido en la Tertulia White, sept 23, 2007. ver más adelante)

Médico de la Universidad Javeriana de Bogotá, especializado en los Estados Unidos en Medicina Nuclear y Endocrinología. Entre 1990 y 1992 fue Presidente de la Academia Nacional de Medicina y desde 1996 es Editor de la revista "Medicina", órgano de la misma. Desde 1992 es Miembro de la Sociedad Bolivariana; desde 1997 Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Historia y desde 2000 de la Academia de la Lengua. Actualmente es Consejero Nacional de Ciencia y Tecnologia en Salud; Presidente de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, Presidente de la Junta Directiva de la Fundación CIDEIM (Centro Internacional de Entrenamiento e Investigaciones Médicas) con sede en Cali, Miembro de la Junta Directiva de la Corporación Centro Regional de Población, en Bogotá y Magistrado del Tribunal Nacional de Etica Médica desde 2000. --El Dr. Otero-Ruiz fue Ministro de Salud durante la administración Betancur, en 1986, y ha ocupado destacadas posiciones nacionales e internacionales. Fue Director de COLCIENCIAS durante 11 años, de 1972 a 1983, Presidente de la Federación Panamericana de Facultades y Escuelas de Medicina-FEPAFEM- (1980-1984) y Jefe del Departamento de Investigación del Instituto Nacional de Cancerología (1964-1972). Fue Presidente de la Comisión Ejecutiva Permanente (CEPCIECC) de la OEA en Washington (1979-1981). Miembro (1972 a 1978) del Jurado Internacional que otorgó el Premio Bernardo A. Houssay de la OEA a prominentes científicos, Miembro del Comité de Investigaciones del National Research Council (Programa BOSTID) en Washington y Presidente del Comité de Evaluación Externa del Programa Especial sobre Investigación en Enfermedades Tropicales (TDR) de la Organización Mundial de la Salud (1987-1989). Entre 1993 y 1995 fue Miembro del Grupo Internacional que asesoró al Director de la OPS (Washington) en la evaluación del impacto del Programa Ampliado de Inmunizaciones y Erradicación de Poliomielitis (Comisión Taylor). Evaluador (1997) de los proyectos de salud financiados por el préstamo COLCIENCIAS-BID-I (1983) del cual fuera gestor como Director de dicha entidad en 1980-1982. El Dr. Otero-Ruiz ha sido profesor universitario y, durante 7 años (1965-1971) fue Consultor en Medicina Nuclear para la antigua Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos (USAEC). Es Ciudadano Honorario del Estado de Tennessee (1965-1968) y de la ciudad de New Orleans (1980) ; Miembro Correspondiente de las Academias de Medicina de Buenos Aires (1985) y del Paraguay (1991); pertenece a 5 sociedades científicas extranjeras y 9 colombianas. Ha recibido varios premios nacionales e internacionales, incluyendo los de la Fundación Angel Escobar (Mención Especial, 1967), Orden de la Universidad Javeriana (1968), Premio en Ciencias de la Fundación Centenario del Banco de Colombia (1980), Diploma y Medalla Justus Liebig de la Universidad de Giessen-Alemania-(1982), Distinction Award del U.S. National Council for International Health (1986), Medalla de Fundador de la Asociación Médica de los Andes [Fundación Santafe de Bogotá] (1998), Medalla "Claudius Regaud" de los 50 años del Instituto Nacional de Cancerología (1999) ; Premio Internacional de Cuento (1999) de la Revista "Adiós" de Madrid (España) ; Medalla "Prociencia" de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia (2002) y Diploma y Medalla David Castro Sr. de la Asociación Médico-Quirúrgica del Atlántico (2005) Es autor de 7 libros y 245 artículos publicados en libros, revistas nacionales y extranjeras (lista por separado).
PRÓLOGO. Por Belisairo Betancur.
UN RENACENTISTA

Fue un renacentista : el Renacimiento - escribe mi amigo el filósofo español Luis Racionero - era como una inmensa tertulia en que Leonardo se encontraba a Miguel Angel por la calle, discutían el Dante, visitaban el taller del Verrocchio para un detalle de fundición o el estudio de Ficino para una traducción de Platón. Otro renacimiento, a escala y guardadas las proporciones de tiempo y lugar entre la Florencia de entonces y el Popayán del Maestro Guillermo Valencia, del Maestro Rafael Maya y de Enrique Uribe White, las tertulias payanesas y las de Santa Eulalia en Bogotá, que el médico-humanista Efraim Otero Ruiz describe en este hermoso libro, biografía de Uribe White y vivencias de un contertulio excepcional.

Tuve el privilegio de contar con la amistad enaltecedora del Profesor Uribe White y de Inés - Necha su hermana -; y de asistir a las tertulias de su inimaginable casa-taller del norte de Bogotá, Santa Eulalia. En una de aquellas tardes de fin de semana, le pedí a Enrique que me mostrara su biblioteca y su imprenta. El me indicó cómo llegar a ellas. Pero no pude entrar, porque la cerradura de la puerta era una clave endemoniada, de madera, que no supe abrir. Hombre, vos tan inteligente y no sos capaz de abrir. Mirá. Dió una vuelta misteriosa a la trama y la puerta se abrió. Entré y la puerta se cerró. Tampoco supe abrirla para salir y tuve que llamar a golpes y a gritos. Definitivamente vos sos muy poquito inteligente. Y me abrió. Nunca conocí el engranaje pero supe siempre de los misterios del investigador, del creador, del impresor, del editor que en esa habitación se escondían.
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La casa, que Otero describe con minuciosidad amorosa, había sido diseñada y construída por Enrique, con la ayuda de su avezado maestro-albañil Pedro, quien conocía todas sus mañas. Y había sido construída, para huir de colaboradores amigos que no lo dejaban ni a sol ni a sombra, según decía, en sus casas anteriores de Teusaquillo y Chapinero.
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El ingeniero que era, había trabajado como dibujante mecánico en los talleres de Edison de Menlo Park y en West Orange, Nueva Jersey, en los Estados Unidos. Regresó a trabajar en las obras públicas del sur de Colombia, con sede en Popayán, alternando siempre con la poesía propia y la ajena, que traducía con rigor, literalmente, en versiones más cerebrales que emocionales.
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No le gustaba la política, pero era un liberal de cepa, de la cepa del general y doctor Rafael Uribe Uribe, de quien se dice que siempre fue el primero en tratar de dirigir los pasos del liberalismo hacia el socialismo. Y por su partido, Uribe White llegó a la Cámara de Representantes en donde su estrictez y su sapiencia no siempre fueron reconocidas. Por eso no aceptó el Mirusterio de Educación pero sí la dirección de la Biblioteca Nacional (como sucesor de don Tomás Rueda Vargas), donde documentó aún más una de sus alergias: contra el impostor Américo Vespucio. Se pensaría que allí entre libros, se ensimismó. Al contrario, siguió siendo el contertulio, el conversador que no el conservador, que no lo era. El humanista Otero recuerda los enfrentamientos con el poeta conservador de Popayán, Carlos López Narváez, pero no por razones de partido sino por cuenta de las versiones que para López eran frías y para Enrique eran apenas rigurosas, atenidas en todo caso al poema original. También con el Maestro Valencia tuvo discrepancias, esta vez sí por motivos políticos. La situación la describe Otero así: en 1942 el partido conservador no presentó candidato presidencial propio sino que se adhirió al estadista liberal Carlos Arango V élez frente a la segunda candidatura de Alfonso López Pumarejo. Puesto a escoger Enrique le envió a doña Luisa, su señora madre, este telegrama: Me olí el godo: voto por López. Poco después el Maestro Valencia, su viejo amigo, le envió a Enrique una carta perfumada con pachulí y encabezada así: Mi querido Enrique: comenzaré presentándole excusas por el ligero olor a perfume que acompaña estas letras, pues en ningún caso quería que el fuerte olor a godo pudiera desatar en Usted un brote anafiláctico. Sin embargo, estos dardos iban y venían dentro de la mayor cordialidad, como lo demuestra la airosa pipa blanca con la efigie de Voltaire, tallada en madera, que Valencia le envió desde 1934, antes de que el Maestro viajara a Río de Janeiro a firmar el tratado de paz con el Perú. La pipa, que ocupaba lugar prominente en la colección de Enrique, le llegó con esta dedicatoria del Maestro: Mi querido doctor Uribe: Adiós! Le envío esta vera efigie del patriarca de Fernay para que continúe sacándole del cerebro -tan admirado por Usted- todo el humo que pueda. Procure siquiera unir a sus espirales el vagaroso recuerdo de este su amigo fiel y admirador apasionado, Guillermo Valencia..
El autor vivió el calor, la densidad y amenidad de aquellas tertulias del pensamiento y de la lírica, del conocimiento y de la amistad. Las tertulias de Popayán se expresaron en la hermosa y deliciosa revista Pan, uno de los más serios testimonios literarios de que tengan memoria las letras colombianas, financiada por Enrique de su propio peculio. La tertulia de Santa Eulalia se expresaba en publicaciones de una galanura tipográfica exquisita, en español, en griego o en latín, escritas por él e impresas por su pr-opia mano en el taller en que mi inepcia me dejara encerrado. Por cierto, una tarde me dijo al oído: ve, he llegado a la conclusión de que vos no sos tan godo como dicen, ni yo tan rojo como vos me creés.
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Su pensamiento y su sabiduría seguían navegando incansablemente. Uso el verbo navegar, porque como navegante que Enrique era, construyó en Santa Eulalia varias embarcaciones, para sacar una de las cuales Necha tuvo que tumbar una pared.
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De tanto insistirle sus contertulios, allá por el final de los años cincuenta, para que mantuviera un programa de televisión, aceptó hacerlo. Se le recuerda con la pipa volteriana, discurriendo por las altas cimas sobre temas científicos, sin concesiones a lo que los televidentes gustaran o disgustaran y se recuerda el aviso aparecido entonces en la primera página de El Tiempo de Bogotá: Véndese televisor. Motivo: Uribe White. Sus contertulios, en cambio, celebramos la terminación del programa con egoísmo, porque así lo reteníamos más en Santa Eulalia.
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Esos contertulios le estamos agradecidos a Efraim Otero Ruiz por estas memorias de una casa abierta: la inolvidable casa del inolvidable renacentista que allí tuvimos el privilegio de conocer y de disfrutar.

BELISARIO BETANCUR *
Santafé de Bogotá, Septiembre de 1999.
*Imagen de la página con la firma del prologuista: http://picasaweb.google.com/ntcgra/TERTULIAWHITETW2010#5451531832987734114
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Introducción
Por Efraim Otero Ruiz
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Ahora cuando se le acerca la pica de la demolición total; cuando, entre urbanizaciones anodinas y vitrinas de agencias de automóviles, es imposible distinguir el contorno de la casa que una vez pretendió tener forma de buque, brotan las remembranzas de una residencia que a la vez fue reducto y símbolo de su constructor y propietario: Enrique Uribe White. Por ella pasaron tántos amigos y a la vez fue refugio de tántas confidencias, de tántos juegos mentales, de tántos actos brillantes del intelecto, que uno quisiera sus ladrillos y sus muros fuesen grabadoras electromagnéticas y conservaran para la posteridad siquiera fragmentos de lo que una vez oyeron o admiraron.
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Antes de que desaparezcan esos rumores, como desaparecieron ya sus propietarios y muchos de quienes habitaron sus acogedores espacios, vale la pena retroceder a aquellos años y recordar lo que fue esa "casa abierta". La llamo así no sólo porque sus dueños, Enrique y Necha, mantenían los fines de semana y los días festivos una verdadera open house -al estilo de la vieja campiña inglesa- donde visitantes y amigos podían entrar y salir libremente, sino porque durante la semana sus puertas jamás se cerraban para quienes éramos amigos "de confianza". Por eso, después de tantos años, puedo reconstruír con cierta fidelidad lo que fue "Santa Eulalia" y lo que significó para quienes guardamos muy adentro las imágenes de esa mansión amable.
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CONTENIDO DEL LIBRO

Prologo: Un renacentista 9
Introducción: Santa Eulalia. Memorias de una casa abierta.
Genealogía de personajes ilustres. Educación temprana en
Colombia: la Escuela de Minas de Medellín. 15
Viaje a los Estados Unidos. Estudios y grado de ingeniero civil
en el M.I.I. Su trabajo en el laboratorio de Thomas Alva Edison.
Regreso vía Cuba. 18
De ingeniero en la costa, trazando acequias y vías de penetración.
Las carreteras en el Valle del Cauca. La carretera Popayán-Pasto:
su permanencia en Popayán y en el Patía.
La amistad con el Maestro Valencia y sus hijos. 21
Su amistad con otros intelectuales. Su afición por la música.
Surgimiento de la revista PAN y su traslado a Bogotá. 26
Cierre de la revista PAN. Breve carrera política. Sus años
como Director de la Biblioteca Nacional.
Ultimas residencias en Teusaquillo y Chapinero. 29

Los veleros. La construcción de Santa Eulalia. Los detalles
arquitectónicos. Interiores y exteriores. 33
La parte baja de la casa: el taller y el "sotalibros". 37
Los pisos superiores: áreas habitadas y biblioteca.
Efigies y mementos. 40
Los visitantes al "hogar de las puertas abiertas". El señor de
los gatos y la Gatología. El arte de la conversación en Santa Eulalia:
los asiduos y los ocasionales. 42
Los temas tratados y los libros escritos. Las iconografías y
las campañas libertadoras. Las traducciones y la poesía. 47
Su enfermedad y el origen de su amistad con el autor.
Su recuperación y la afición por la arquería. Los arcos de Cupido.
Los hijos y los viajes. 51
(texto arriba)
Las aficiones: la astronomía y el" clinosextante". Los programas
de televisión. La regata a Jamaica. Las últimas publicaciones y
la ceguera progresiva. 55
El sabio Caldas, la botánica y los cultivos hidropónicos de la yerba. 58
La presentación del libro de Frost. Los años finales y la muerte. 60
De traductores y de traidores:
a propósito de las versiones de Santa Eulalia. 63
Las traducciones de Oscar Wilde. El prólogo a la Balada de
la Cárcel de Reading. 63
Los sonetos de Edna St. Vincent Millay en torno a una naciente
amistad. La subjetividad de las versiones. 67
Otros traductores. La amistad con Carlos López Narváez y las
rivalidades por las traducciones. Algunos ejemplos. 72
Las versiones de Frost y otras traducciones, primeras y últimas. 79
Libros publicados por Enrique Uribe White, no incluídos
en las referencias bibliográficas. 88
Índice Onomástico. 90
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La página 51.
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EFRAIM OTERO RUIZ y la TERTULIA WHITE.
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Maruja Vieira White, gestora y directora de la Tertulia White y Efraim Otero Ruiz.
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Date: Thu, 20 Sep 2007 20:14:26 -0500 >
From: EFRAIM OTERO RUIZ
Subject: Tertulia White
To: MARUJA VIEIRA WHITE
Apreciada Maruja : Como biógrafo de Enrique Uribe White y amigo tuyo y de algunos miembros de tu importante familia, quisiera tu ayuda para hacerme partícipe de la Tertulia White. Cordialmente, EFRAIM OTERO-RUIZ, M.D.
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From: Maruja Vieira
Date: 21-sep-2007 9:20
Subject: FW: Tertulia White
To: Gabriel Ruiz , ntcgra@gmail.com
Querido Gabriel:
Es un gran aporte para la Tertulia White la presencia del Dr. Efraím Otero Ruiz, médico famoso, Académico de la Lengua y autor del libro "Santa Eulalia, Memorias de una casa abierta biografía de Enrique Uribe White". Voy a ponerlo en contacto con Mareña, biógrafa oficial de la familia, a quien propongo para la biografía de Enrique, con la colaboración de todos nosotros, incluyendo a Efraím.
Un abrazo de Maruja Vieira
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De: Efraim Otero
Fecha: 23 de septiembre de 2007 09:09
Asunto: Re: BIENVENIDO Dr. Efraim Otero Ruiz ...
Fwd: FW: Tertulia WhitePara: TERTULIA WHITE , ntcgra@gmail.com,

Apreciado Gabriel y amigos de la Tertulia White : Gracias por admitirme en su círculo, donde espero aprender más de una familia y de unos apellidos que tanto admiro. Soy un médico santandereano de 75 años, casi compañero de bachillerato en San Bartolomé y amigo desde entonces de Gustavo Restrepo Uribe. Poco después de regresado de mi especialización de casi 4 años en los Estados Unidos, Gustavo me refirió a su tío Enrique (de quien yo había leído ya bastante) para estudio y tratamiento de un hipertiroidismo, diagnosticado por él pero ignorado por otros eminentes colegas.

Yo lo traté exitosamente y desde 1963 iniciamos una amistad que se prolongó hasta su muerte, 22 años más tarde. Mi libro de 95 páginas (editado por el Fondo Cultural Cafetero en Nov. de 1999 y con prólogo de Belisario Betancur) tiene además una colección de fotografías de los archivos de Enrique o de los míos, la mayoría de ellas inéditas. Yo había sido además médico de Gilberto Vieira White y de Cecilia, su esposa, y a través de ellos y de Enrique pude conocer a Maruja, a quien considero la máxima poeta de Colombia -en el género femenino, claro está! - Para información de todos me permito adjuntar el resumen de mi c.v.
Cordialmente, EFRAIM OTERO RUIZ, M.D.
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Efraim Otero Ruiz y su esposa Gloria participaron en el Encuentro Anual de Confraternidad Médica Nacional. No.20. Marzo 19 y 20, 2010. , http://ntc-eventos.blogspot.com/2010_03_17_archive.html . En el evento el Dr. Otero dicto la conferencia "El camino de la traducción poética hacia la crítica social". En el Encuentro No.19 del 2009, el Dr. Otero fue distinguido como Humanista eximio..

Gloria de Otero, Efraim Otero Ruiz y Gabriel Ruiz Arbeláez (Blogguer de la Tertulia White). Marzo 20, 2010. Cali.
Evento: Encuentro Anual de Confraternidad Médica Nacional. No.20. Marzo 19 y 20, 2010.
http://ntc-eventos.blogspot.com/2010_03_17_archive.html
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Actualizó: NTC … / gra . Marzo 22 , 2010, 9:45 AM
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SEGUIMIENTOS y COMPLEMENTACIONES. Nov. 30, 2018
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Enrique Uribe White, protagonista en la novela:

‘El día que llegó la ópera a Rosas’ 

Margarita Londoño

208 páginas
Enlace Editorial, Bogotá. Noviembre 201o
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“Santa Eulalia. Memorias de una casa abierta.

Biografía de Enrique Uribe White”

 Efraim Otero Ruiz 

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Ediciones Fondo Cultural Cafetero. Noviembre 1999. 96 páginas.

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CAPÍTULO. Páginas 21 a 25

La carretera Popayán - Pasto. 
Su permanencia en Popayán y en el Patía

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Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con … 
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